Este fin de semana, asistimos a la ceremonia de una pareja unida por una Advocación muy especial. Advocación ligada a sus pueblos de origen, Villa del Río y Montoro. Advocación en la que ambos creen, de la que presumen de ser sus pies y, de seguro, les protegerá en esta nueva vida que emprendieron el pasado sábado. Esta Advocación no es otra que la de “la Humildad”, ya sea en su Prendimiento o su Presentación al Pueblo. 

Claudia y Pedro son los protagonistas de la historia que os resumo a continuación.

Desde bien temprana la tarde, tomamos rumbo hacia la vecina localidad de Villa del Río. Y sí, en este caso hablo en plural, pues iba acompañado de mi compañero videógrafo Garphy. 

En su casa nos estaba esperando Pedro, junto a sus padres, hermana, entre otros familiares. Muy tranquilo y disfrutando del momento, aunque deseoso de vestir ya su traje de Bund Company. 

No había comenzado a vestirse cuando llegaron multitud de amigos para acompañarle en estos previos y, por qué no, comenzar así la celebración de lo que sería el día más feliz de su vida. 

Entre primos y amigos, ayudaron en la faena de vestirse al novio, dejando los últimos retoques a su madre, la madrina, y a su padre, que lo supervisaron para que fuese perfecto a esta gran cita. 

Ya terminado, del brazo de su madre, salieron hacia la calle, donde los amigos hicieron de las suyas, con un conato de manteo, que hizo subir “los sudores” al novio. 

Y allí lo dejamos, entre charlas y risas, mientras volvimos hacia Montoro, en busca de la novia, la cuál se encontraba en sesión de peinado, llevado a cabo de Luci García. 

Claudia estaba feliz, se le notaba en la mirada, aunque vislumbraba una calma risueña, de hormigueo constante. Era su día, no cabía ninguna duda. Acompañándola se encontraba su madre, su padre y hermana Encarni, testigos de este 20 de abril, aunque en esta ocasión, de 2024. 

Terminada de peluquería, Salomé, de Salomé Estética, dio los últimos retoques de maquillaje, antes de enfundarse en su vestido de novia, de la firma Rosa Clará.

Varios detalles llamaron la atención, el principal, y muy emotivo por ser la Imagen de la advocación con la que he comenzado hablando en esta entrada, el bastidor porta-alianzas con la Imagen del Cristo de la Humildad de Villa del Río, llevado a cabo por el Rincón de Marta. Junto a éste, se encontraba el fantástico ramo, realizado por Planelles mundo-natura, con rosas blancas y hojas de olivo. 

Una vez vestida, la madre de Claudia ayudó a ponerse sus zapatos, de Calzados Calenda, de la conocida firma Pedro Miralles. 

La emoción salió a rebosar cuando la hermana de Claudia, quedó sorprendida de verla ya vestida, puesto que no la había visto en las últimas pruebas de vestido, por lo que alguna que otra lagrimilla hizo acto de presencia en sus rostros. 

Cuando ya se encontraba terminada Claudia, sus amigas hicieron acto de presencia, acompañándola en los últimos momentos antes de tomar rumbo hacia la Parroquia de San Bartolomé de Montoro. 

Ya en la plaza, con el ir y venir de los invitados, un alboroto se formó… llegaba Pedro en un Jeep descapotable saludando a todos los amigos de manera entusiasta. 

Del brazo de su madre, y a los sones de “La Esperanza de María”, marcha procesional armonizada para cuarteto de viento y cuerda por el grupo Confucoco, caminó hacia el altar a la espera de la novia. 

A los pocos minutos, Claudia, del brazo de su padre hizo lo mismo, en este caso con otra armonización procesional, con la marcha “Reina de Reyes”. De nuevo, las lágrimas brotaron en todos los allí presentes y, como no podía ser de otro modo, en esta bonita pareja. 

La iglesia abarrotada de invitados, se encontraba decorada por los mismos artífices del ramo de novia: Planelles mundo-natura. 

Junto al cuarteto de viento y cuerda, amenizaron la ceremonia el coro rociero de Ntra. Sra. de la Paz y Esperanza de Villa del Río. Y ahí, bajo la atenta mirada de la Humildad de Claudia, el Señor del Prendimiento, se dieron el “Sí, quiero”. 

Como marca la tradición, la lluvia de arroz a la salida, recibieron a la pareja de recién casados, bajos vivas y alegrías. Mientras los invitados se dirigían hacia el lugar de la celebración y banquete, que se llevaría a cabo en la Finca “Yeguada Urquijo” de Andújar, la pareja se tomó unos minutos de intimidad donde pudimos hacerles algunas fotografías. En esta ocasión, entre el Conjunto histórico-artístico de Montoro y el Bien de Interés Cultural como es el Puente Romano de Villa del Río, no sin antes pasar por la Parroquia de la Inmaculada de Villa del Río, donde se encuentra su otra “Humildad”. 

Ya en la finca, los invitados disfrutaron de una fantástica copa de espera, servida por el Catering Rabanal, siendo, de nuevo, amenizada por el grupo Confucoco.

Después de la entrada al salón, donde los novios saltaron, brincaron y bailaron entre los invitados, disfrutaron de una excelente cena, viviéndose varios momentos enternecedores, en especial cuando la hermana del novio, Maite, les dedicó unas emotivas palabras a los novios, que les hicieron llorar de la emoción. 

Cuando se abrió la barra libre, todo fue una explosión de fiesta y diversión. En primer lugar, de la mano del grupo Gamberrock, y, a continuación de éstos, con la música de Raúl Ortega DJ y la iluminación, animación y sonido de Octava Frecuencia Eventos. 

Entre la fiesta y la música, los invitados echaron unas risas con un toro mecánico, en el que, literalmente, alguno de éstos salió volando. 

Y de remate, dentro de la animación que ofrece Octava Frecuencia Eventos, los invitados bailaron con el espectáculo de un oso de peluche gigante y un robot iluminado. 

Como muestra de lo acontecido, os dejo con el resumen fotográfico.