Nuevo reportaje de Preboda, nueva toma de contacto, de presentación y de conocernos antes del gran día. En esta ocasión con Sergio y Paqui. 

Dentro de las posibilidades que ofrece los reportajes de preboda para conocernos mejor, impera el buscar un sitio adecuado para llevarlos a cabo, donde, preferentemente, busco exteriores alejados de la multitud, donde romper con los nervios y la timidez ante la cámara. Me gusta la variedad en todos los reportajes, aunque a veces repito ubicaciones y nunca, repito, nunca salen fotografías iguales, porque cada pareja es un mundo con su propia historia de amor. Prefiero que sea ésta la que elija la ubicación, porque hay veces que buscan un sitio que les traiga algún recuerdo de su etapa de noviazgo, donde se conocieron, donde vivieron familiares o jugaron en su infancia… aunque también, cuando me lo piden, estoy para ayudarlos y asesorarlos en la ubicación ideal. 

Días previos al reportaje no encontraban el lugar idóneo donde llevarlo a cabo. Tras varias propuestas, que no terminaron de fraguar, mirando por la gran ventana abierta que es “internet”, me topo con un castillo situado a las afueras de la capital cordobesa, más concretamente en la barriada de los Ángeles. El Castillo de la Isabela. 

La tarde de mayo, que fue cuando se realizó el reportaje, apuntaba maneras a preludio veraniego. Tomamos rumbo hacia la ubicación elegida, sin saber qué es lo que nos encontraríamos, pues era un lugar que nunca habíamos visitado (ni la pareja ni yo). 

El castillo se encuentra en mitad de una pradera de avena, en una zona elevada, con unas vistas hacia la sierra cordobesa fantásticas. Sin duda, un lugar fantástico para llevar a cabo este tipo de reportaje: bonito, con bellos rincones y tranquilo, apartado de la muchedumbre (aunque hubo varias visitas e incluso coincidimos con otros compañeros fotógrafos). 

La pareja, que me confesaron que jamás habían llevado a cabo una sesión de este tipo, ni con el móvil, estaba algo nerviosa, típico de esa “primera vez”. Muchas dudas, me confesaba Paqui, del “cómo” aparecerían en las fotografías. Sobre la marcha le iba enseñando algunas tomas para resolver sus dudas.

A medida que avanzaba la tarde, la pareja se iba soltando ante la cámara, regalándome la oportunidad de realizar un reportaje muy espontáneo, con sonrisas y miradas de las que más me gustan captar. 

Un atardecer de mayo muy bonito y romántico con esta pareja, de la que os dejo un resumen fotográfico a continuación.